EROTIC-LIGHT. DOS

EROTIC-LIGHT. DOS

Las seis de la tarde, tengo unas ganas locas de  desentumecer los músculos, salir a la calle y sentir  la fina lluvia de otoño que por fin había decidido aparecer.

Llevaba todo el día soñando con un baño caliente que limpiase el lodo que  parecía empeñado en enturbiar mi mente y que pesaba como una losa de hormigón.

Abrí  la puerta de casa con los tacones en la mano. Los solté junto a la puerta y me fui despojando de todas las prendas que me acompañaban desde primera hora: los pendientes, la chaqueta, la blusa…cada cosa caía apropiándose de diferentes puntos de la casa. Me daba igual.

De fondo oía la ducha, había llegado antes que yo.  A diferencia mía, su ropa colgaba perfecta en el galán del dormitorio.

Noté un ligero hormigueo que subía por mi columna y un calor intenso comenzó a abrazarme como llamas  de una hoguera.

Cesó el repiqueteo de la ducha y entré  desnuda, sigilosa y con decisión en la nube de vapor. Frotaba su cabeza con ímpetu,  lo que impidió descubrir mi presencia hasta que mi lengua rozó su ombligo, bebí las  gotas juguetonas que aún mojaban su torso provocándole un leve estremecimiento.  Solté la toalla de suave algodón azul de su cintura y con un leve roce de mis labios su cuerpo reaccionó como si una descarga eléctrica le hubiera alcanzado.

Cogió mi cara entre sus manos un instante para mirarme con deseo, dejándose devorar por mi  fuego, mientras hundía sus manos en mi pelo…

fire-and-ice-fantasy-love

NO LLUEVE ETERNAMENTE. CAPITULO X. UN PLAN PERFECTO

CAPITULO X. UN PLAN PERFECTO

Había apostado fuerte. Me encanta organizar eventos y si son sorpresas para los míos…

Recuerdo las “Bodas de Oro” de mis padres, mariachis, un cura infiltrado con casamiento improvisado, fueron momentos maravillosos e inolvidables

Ahora me tocaba sorprender a un “medio desconocido” muy atractivo y con el que pretendía vivir alguna aventura, a poder ser con final feliz.

Hice un par de llamadas y hasta ahora mi plan estaba saliendo a la perfección. Después de comer envié un mensaje:

“POR FAVOR: SIGA MIS INSTRUCCIONES AL PIE DE LA LETRA”

“VISTA DE MANERA CÓMODA E INFORMAL.

OLVIDESE DE LOS ZAPATOS Y OPTE POR DEPORTIVAS”

“ESPERE NUEVAS INSTRUCCIONES”

No pude resistir reírme sola, imaginaba su cara de “¿Dónde me he metido?” o “Esta tía está loca”. Realmente crear expectación incluso poner nerviosa a la otra persona, a la espera de ver que es lo que tengo preparado, me apasiona.

Quizá porque es algo que siempre he querido saborear en mis propias carnes y que en muy pocas ocasiones lo he disfrutado (¿una vez?, ¿dos?), sea por lo que sea….¡ Me chifla!

Ya tenía su dirección, me envió la ubicación cuando llegó a casa. Tenía unos 20 minutos para llegar.

Una hora antes de salir, volví a enviar otro mensaje:

“UNA VEZ LEIDO EL 1er MENSAJE, NO HAY VUELTA ATRÁS”

Esta vez tuve respuesta:

“ESTOY PREPARADO, ACEPTO LA APUESTA”

Me puse unos vaqueros que compré en Nueva York, muy cómodos y una camiseta un poquito suelta. Cogí la cazadora y el casco.  Sí… el casco, esa era mi primera sorpresa. Iba a recogerle en moto.

Después de mis aventuras como “paquete” motero, decidí sacarme el carnet y conducir mi propia moto. Por esa época mi jefe vendía la suya, tenía muy pocos kms y era preciosa, no me lo pensé, aunque tenía bastantes años apenas la había usado. Es una Suzuki Marauder, con aceros cromados. Ya veríamos su cara, con la fama que ya de por sí tenemos las mujeres al volante…cuando me vea aparecer en moto, se le corta la digestión.

Paré en la puerta de su casa y le envié el último mensaje:

“SIN RIESGO, NO HAY GLORIA”

“ESTOY EN LA PUERTA”

Le vi salir buscando mi coche, llevaba un vaquero ajustado y un polo verde oscuro. Cuando vi que sacaba el móvil, supongo que para llamarme fue cuando me saqué el casco. Su cara de sorpresa fue un premio para mí, se acercó con las manos en la cabeza.

  • ¿En moto?
  • ¿Tienes miedo, vaquero?- reí con ganas, no pude evitarlo.
  • No, miedo no. Sorpresa.

Saqué de la mochila una cazadora (se la pedí prestada a un amigo) y el casco que tenía de repuesto.

  • Toma, ponte esto por si acaso- le dije guiñándole un ojo.
  • No sé si has ido alguna vez en moto pero ya sabes, esto se trata de parecer una sola persona. Eso no quiere decir que te aproveches- le dije riendo mientras me ponía el casco.

Antes de subirse me preguntó:

  • ¿Vamos muy lejos?
  • Una horita más o menos y un tramo de curvas pronunciadas. Ahh y vamos a montar a caballo.

No le deje contestar, bajé mi visera y  le dije que se subiera. ¡Qué sensación! Eso de llevar a un moreno atractivo pegadito a mi espalda era toda una experiencia, noté una sensación en el estómago muy alentadora. Mi imaginación volaba con demasiada rapidez y tenía que centrarme en la carretera.

Después del paseo en moto, hacerle subir en un caballo fue una satisfacción plena.

  • ¿Quieres acabar con mi trasero?- me preguntó fingiendo estar molesto.

No pude reprimir las risas. Íbamos paseando entre olivos por la vega de Chinchón, al atardecer y solos. El dueño del picadero ya se había convertido en un amigo después de tantas tardes repitiendo estos paseos por el campo y no era necesaria su compañía.

El paseo dio pie a contarnos detalles mutuos de nuestra ajetreada vida.

Ya estábamos de vuelta cuando le pregunté:

  • ¿Una galopada?
  • No, por favor, no creo que sepa frenar a “Colín” – era el nombre del caballo castaño y crines negras en el que iba montado.

Tengo que reconocer que hay momentos en que me sale la vena traviesa y no puedo sujetarla, apenas quedaban 300 metros para llegar así que……. Agarré las riendas y le grité:

  • ¡Agárrate! – golpeé con los talones a mi yegua mientras jaleaba al animal con la voz.

Sólo escuchaba el ruido de los cascos y de vez en cuando algún taco, no quiero saber a quién iba dirigido.

  • Empiezo a creer que debo meditar un poco mejor aceptar tus apuestas- me dijo mientras desensillábamos a los caballos.
  • ¡Siento decirte que aún no ha terminado el día!

Me miró de reojo con cara de “me lo dices o me lo cuentas”

  • Creo que ya no te queda mucho sufrimiento, al menos “físico” – le tranquilicé.Chinchón
  • ¿Dónde me llevas? Si es que puede saberse.
  • Vamos a Chinchón, es el pueblo de mi familia y aunque no he nacido allí también lo considero mío.
  • ¡Bien! Es un pueblo precioso, he comido un par de veces en uno de sus mesones.
  • Pero hoy lo verás diferente, sube que se nos hace tarde.

Aparqué en una de las callecitas empinadas junto a la Iglesia, las vistas desde allí son preciosas. Nos acercamos al murete a mirar el paisaje, la plaza estaba iluminada, casi había anochecido. Se oían pruebas de sonido.

  • ¿Hay música?- me preguntó.
  • Sí, da la casualidad que durante este mes se celebra un festival de Jazz, hace un par de años que lo hacen. Vamos a cenar en una mesita de aquellas que ves en aquel rincón con manteles de cuadritos rojos mientras escuchamos Jazz en directo.
  • Guauuu! La noche empieza a mejorar – me miró sonriendo, en el fondo se lo estaba pasando “pipa”.
  • ¿Vamos? – me preguntó.Jazz en Chinchón

Asentí con la cabeza, me cogió de la mano, como si lo hubiera hecho otras veces y echamos a andar.

Todo estaba saliendo tan perfecto que pensé que en algún momento despertaría. Estas cosas solo pasaban en mi imaginación, en esas noches tan largas en las que me dormía entre lágrimas imaginándome vivir otra vida.

  • Me has puesto el listón muy alto – sus palabras me sacaron de mis pensamientos.
  • No lo creo, eres un hombre con muchos recursos.

Fuimos a recoger la moto para volver a casa, pero antes hice una última parada. Llegamos a la Plaza de Armas, donde con esfuerzo se mantiene en pie el Castillo de los Condes de Chinchón. Apenas hay luz y desde allí ves un cielo estrellado difícil de disfrutar en la ciudad y unas vistas espectaculares del pueblo iluminado en tonos naranjas.

Pocas veces tengo la oportunidad de venir aquí y disfrutar de este momento.

Chinchón desde el Castillo

Le miré, observaba todo con interés con el casco en la mano y pensé: “Hazlo. Ahora o nunca. No te va a rechazar y este es el momento y el lugar para un beso inolvidable”

¡A tomar por culo! Allá que voy, parecía que los escasos tres pasos que nos separaban fueran veinte. Fui y sin más rodeos, ¡zas! 

  • Ya era hora hija, llevo toda la tarde esperando que te decidieras, ya doy por buenas las agujetas que tendré mañana – me habló sujetando mi cabeza con la mano que tenía libre y su boca muy cerca de la mía, la conversación quedó zanjada con otro beso.

Justo en ese momento habría preferido ser yo el “paquete” e ir agarrada a su cintura meciéndonos en las curvas, por desgracia el día llegaba a su fin o eso al menos creía yo.

  • Sube a casa y tómate una copa, no es tarde y mañana no tienes que madrugar, ¿no? – me dijo 
  • No, mañana no tengo que madrugar.
  • Tengo un vinito blanco fresquito, de esos que sé que te gustan, esperándonos.

Sonreí.

  • No puedo beber, tengo que conducir.

Se quedó unos instantes callado mirándome.

  • Eso tiene solución-respondió- No te vayas.

NO LLUEVE ETERNAMENTE. CAPITULO VIII. HORA DE APOSTAR

CAPITULO VIII. HORA DE APOSTAR

¿A las 9? Eso eran 3 horas escasas. Llegué a casa y esparcí, literalmente, el contenido de mi armario sobre la cama. Recordé las palabras que tantas veces oí a mi madre “si sólo tuvieras uno, no tendrías dudas” Pero no tenía solo uno, tenía un montón y ninguno satisfacía mis exigencias. No tenía tiempo para ir de compras. Me los probé todos, alguno más de una vez.  No tenía ni idea de a donde me llevaría, si pecaría por exceso o por defecto y aunque Marcos era un hombre elegante no sabía si lo sería por imposición laboral.

Al final opté por un vestido de color naranja, un poco corto pero suelto, regalo de un buen amigo. Era sencillo pero con los complementos adecuados, el resultado mejoraba siendo más que aceptable. Por supuesto elegí unos zapatos de tacón color melocotón que compré en Palermo, en mi escapada en solitario a Sicilia. Cuando los vi en el escaparate no dude un segundo que eran para mí.  Igualmente, en mi fuero interno, había decidido que Marcos también lo fuera. Mis pendientes favoritos de cristales negros, largos y con forma de lágrima eran ideales para mi atuendo.  Después de una ducha de agua templada para despejar mi mente que iba a velocidad vertiginosa, me maquillé con especial esmero para estar guapa a la vez que natural.

No eran las 8:30 cuando ya estaba lista. Me daba tiempo aún a mirarme tropecientas veces más en el espejo. Por delante, por detrás, un perfil, el otro.

Mi hija me miraba desde el marco de la puerta del dormitorio

  • Qué pesada eres mamá. Deja de mirarte. Estás guapa y no ¡no te hace gorda!
  • ¡Ay chiqui!¡ Ni siquiera te había preguntado!
  • No, pero lo ibas a hacer. ¿me equivoco?
  • No, no te equivocas, sólo que…¡ te has adelantado! ¿Estoy bien entonces?
  • Siiii -dijo suspirando- y más vale que el tal Marcos caiga en tus redes o ¡acabarás conmigo!- exclamó- porque lo que está clarito es que tú ya has caído en las suyas.

Ufff que paciencia tengo que tener con esta niña.

  • ¡Mamá, te llaman!- salí del dormitorio, había dejado el móvil cargando la batería.
  • ¿Si?- contesté.
  • Hola ya estoy en el coche y el GPS me pide tu dirección, voy a recogerte.
  • ¿A mi casa? No te preocupes, no es necesario, puedo ir en mi coche hasta el edificio, como habíamos quedado.
  • Lo que no es necesario es precisamente que saques tu coche. Vamos, ya estoy en camino. Necesito un destino. Y lo quiero…¡ya!

Cedí y le dí mi dirección.

  • Ok, en veinte minutos estoy.

¿Veinte minutos?¡Moriré! Podía cambiar de opinión y lo que es peor de vestido.mujerespejo1

Respiré hondo.  A ver hija, contrólate que  vas a cenar con un hombre, estupendo eso sí, pero no vas a cerrar un negocio multimillonario ¿por qué no cambias el chip? Tal vez sea él quien esté nervioso, una mujer como tú no es tan fácil de encontrar ¡ja! Ya está, guiñé un ojo a la mujer que me hablaba al otro lado del espejo.

Sólo me quedaba un toque de perfume.  Otra de mis debilidades, me encantan,  procuro no repetir dos días seguidos. No hace mucho me dijeron que así no dejaría huella,  una pena…tendré que conseguir que me recuerden por otra cosa… mi sonrisa por ejemplo o mi sabor. Para eso tenemos cinco sentidos ¿no?

A la hora exacta sonó de nuevo el teléfono.

  • Ahí le tienes, madre –se cachondeó mi niña querida.
  • ¡Hola qué puntual! – contesté
  • ¡Hola señoritajugadoradepoker!-soltó una risita espontanea- Aquí te espero, repartiendo las fichas para empezar la partida.

Sonreí y colgué.-¡Vamos! a por él ¡déjale sin respiración!- me gritó la mujer de naranja del espejo.

Cuando salí del portal, le vi, de pie, apoyado en el coche, parecía el protagonista de un anuncio, sólo le faltaba sacar un ramo de flores como regalo de bienvenida, pero no lo hizo. Me sonrió ¿ilusionado? Creo que sí, sus ojos brillaban. Vestía un pantalón azul marino y camisa de manga larga, azul celeste con rayas blancas, puños remangados con un par de vueltas. Nos saludamos con un par de besos. Uhmmmm que bien huele (mejor sabrá, me apuntilló mi querida conciencia).

  • ¿Nos vamos?- me preguntó mientras abría mi puerta, que caballero, madre que peligro tiene esto.
  • Sí, claro- Me senté y me abroché el cinturón mientras él rodeaba el coche para ponerse al volante.

Al sentarse me echó una miradita

  • Estás muy guapa.
  • Gracias, tú también.

Que formalidad, necesito una copa de vino o no se me ocurrirá nada interesante que decir y moriremos del aburrimiento.

  • Espero que te guste la comida oriental, perdona por no preguntar antes, pero claro, tu jugada me pilló por sorpresa- me miró con cara de: esta te la guardo.
  • Bueno, no manejo muy bien los palillos, pero seguro que nos vendrán bien unas risas.

Efectivamente, mi destreza con los palillos y un par de copas de vino consiguieron que la falta de confianza desapareciera, creando un ambiente mucho más informal y distendido. Después tomamos una copa en una terraza preciosa con vistas al Palacio Real. Un ambiente muy romántico, ideal para empezar a soñar.

El vino me soltó la lengua y aproveché para preguntar cómo había llegado su teléfono a mi chaqueta.

  • ¡Ah nooo, nooo, por ahí no paso! Top secret! No pienso descubrir mis armas.
  • ¿Cómo? Anda, por fi- puse ojitos y carita de buena, aunque me acerqué más de la cuenta
  • No te acerques tanto o me pondrás en un serio compromiso.

Rectifiqué, pero no puede reprimir una sonrisita picarona.

Caminar de madrugada por Madrid en pleno mes de junio es una gozada, sin prisa…si no fuera por el dolor de pies que me mata, lo alargaría al máximo.

  • ¿Te importa que me agarre a tu brazo? Mis zapatos son preciosos pero se están convirtiendo en una máquina de tortura- le miré casi suplicando.
  • ¡Claro! Aprovéchate de mí todo lo que quieras.
  • Gracias, pero esas palabras ¡no deberías decírselas a una mujer!
  • Bueno, digamos que he decidido correr algún riesgo contigo.

No me apetecía en absoluto que aquella cita terminase y él tampoco parecía tener prisa por marcharse, sin embargo en algún momento habría que despedirse.

Cogimos el coche y sin mucha prisa me llevó a casa, casi no hablamos pero en cada semáforo me miraba, yo como hago siempre cuando no sé por dónde tirar…sonreía, debe ser contagiosa porque siempre me la devolvía.

Llegamos a casa y apagó el motor.  Abrió la guantera que había frente a mis rodillas, las rozó ligeramente,  rebuscó bajo unos papeles y sacó una ficha de póker. Una negra de 100.

  • Comienza la apuesta, aquí está la mía…te doy hasta mañana para que decidas que hacer con la tuya.

Se acercó, me cogió de la barbilla y besó suavemente mis labios.

Hasta mañana señoritajugadoradepóker.

ficha poker

NO LLUEVE ETERNAMENTE. CAPITULO VII.- ARRIESGAR PARA GANAR

CAPITULO VII .  ARRIESGAR PARA GANAR

arriesga 3

Está decidido. Voy a dar un empujón a este jueguecito que por un lado me encanta y por otro me desespera. Estoy deseando mirar de frente sus ojos e intentar bucear  y averiguar que se esconde ahí dentro.

Es casi seguro que volveré a encontrar lo mismo de siempre…”mucho larala y poco lirili” en cuanto a sentimientos reales, me refiero. Yo que tengo una facilidad extrema para ilusionarme, voy apañada. Pero esta vez intentaré ser más fría, calculadora y un poco más egoísta, lo que viene a ser un poco más varonil.

Me he mirado al espejo y hoy me veo y me siento más mona que la mayoría de los días. Así que es hora de pasar a la acción. He seguido un impulso y he metido en el bolso una baraja de póker que tenía en casa, aún no sé exactamente qué  haré con ella.

He elegido un vestido azul con figuras geométricas para hoy, creo que empieza a ser demasiado ceñido para mi figura, pero con los tacones y unos pendientes vistosos me dan un aspecto “resultón”.

Los nervios y el poco tráfico  de final de mes en Madrid, han hecho que llegue antes a la oficina. Aún sin bajar del coche he cogido las cartas y un rotulador, después de repasarlas con un vistazo y sin mucha maña he elegido el 10 de trébol, el de corazones me ha parecido algo comprometedor. En el póker el 10 marca el pistoletazo de salida para la mejor jugada, escalera  real de color , pero también puede ser el final de una escalera sin más.

En letras mayúsculas escribí

¿CENAMOS?

Salí decidida, si le doy más vueltas no tendré valor para seguir adelante.

  • ¡Buenos días, Manuel! Marcos ¿ha llegado?
  • Sí, hace un rato que le vi llegar.
  • Me puedes decir cuál es su despacho ¿por favor?
  • Claro, planta 4º despacho 3.

Tengo el corazón a 100. He salido del ascensor creo que sonrojada, noto el calor incluso en las orejas. Reconozco a la chica de la recepción.

  • ¡Hola, buenos días! El despacho de Marcos ¿3?- pregunté señalando con el dedo
  • Sí ¿le aviso?
  • No por dios, no hace falta, solo serán unos segundos.

¡Ea! Aquí estoy, le he visto de refilón por las mamparas de cristal. Un par de toques con los nudillos en la puerta y…

  • ¡Adelante!

Cerré los ojos, respiré hondo y abrí la puerta.  Como una bofetada de aire caliente me llegó su imagen (joder, está guapo el condenado) sentado frente al ordenador, levantó los ojos del teclado y sorprendido, me miró.

No le di tiempo ni a saludar, crucé los escasos 4 pasos que nos separaban, solté la carta como si me quemara y me marché.

Salí con una sonrisa triunfal, esto no se lo esperaba ¡ni de coña!

¡ALEA JACTA EST!

Toca esperar e intentar bajar las pulsaciones.

A las seis de la tarde y a falta de noticias, mi ánimo y autoestima estaban un pelín bajos, subsuelo más o menos, así que me dispuse a recoger y marcharme a casa, por nada del mundo querría encontrarme con él.

A punto de desconectar el ordenador oí la puerta exterior.

-¡Vaya hombre, ahora que me voy tiene que venir alguien a dar por saco!- susurré.

Escuché unos pasos delante de mi puerta y seguidamente un par de toques suaves. Pulsé el abre puertas sin preguntar.

¡Ahí estaba! Pasó y apoyando sus manos en la mesa acercó su cara a escasos 15 cms de la mia.

  • A las nueve te recojo en la puerta del edificio- dio media vuelta para marcharse, pero antes de salir buscó en su chaqueta y dejó sobre mi mesa la J de trébol con un:

           “POR SUPUESTO”

Me ha dejado con un palmo de narices y sopesando quién  de los dos había ganado la jugada.

NO LLUEVE ETERNAMENTE. CAPITULO VI SABOREANDO

 SABOREANDO

 

Según lo previsto me levanté 40 minutos antes de lo habitual. Quería ver en el espejo esa mujer que de vez en cuando, creo que por pereza, se esconde dentro de mí.  Esa mujer segura  (que no cabrona) y decidida que soy. Para ello necesito sentirme guapa por dentro y por fuera. Me maquillé con esmero pero natural, me peiné a conciencia sacando esos rizos que con un poco de espuma y secador me dan un toque informal. Unos buenos tacones , un vestido ajustado negro de manga corta por encima de la rodilla y una americana que ocultaba esos kilitos que se me pegan últimamente a la cadera. Es increíble como con un poquito de interés puedes transformarte en un “aquí estoy yo y que se prepare el mundo”

Salí de casa satisfecha con el resultado, en ese momento la idea inicial de mostrar a Marcos mi potencial había pasado a segundo plano, me veía capaz de enseñárselo a todo aquel que se cruzara en mi camino. Descarté de inmediato de mi  cabeza la posibilidad de que se cumpliera la dichosa “Ley de Murphy” : Sal  dispuesta a comerte el mundo y nada saldrá según tus deseos.

Al bajar del coche y así como el que no quiere la cosa, revisé todos los rincones en busca de esos ojos que me vigilan desde no se sabe cuánto tiempo ni desde dónde…pero ni rastro del menda (Murphy te odio!!)

Nada más pasar por recepción me encontré con Manuel

– Buenos días Manuel

– Anda, mírala que guapa viene hoy

– ¿Quieres un café?

– Si, anda. Los de la máquina me dan ardor

– Vale, venga sube.

– Oye Manuel -solté disimuladamente- Marcos, el que estaba ayer en la cafetería

– Sí, el gallego

 -Sí, ese ¿Hace mucho que trabaja aquí?

– No sé…desde el verano más o menos. Lleva todo el tema publicitario de la empresa de la planta 4ª, es diseñador gráfico y dibujante ¿Qué pasa te mola?-soltó las risitas picaronas a las que ya estoy acostumbrada.

– Ainsss Manolo, no empieces, es curiosidad-intenté disimular.

– Es majo el chaval, muy educado.

– ¿Hablas mucho con él?

– No, como no fuma, no sale casi. Cuando se toma el café, suele salir al porche de la entrada y si coincidimos, charlamos un poco. ¿Qué quieres saber? Ya sabes que yo pregunto lo que haga falta!

– No, no, no hace falta Manolo. Ya te he dicho que era por cotillear un poco, es que no me suena haberle visto antes.

– Pues él a ti, sí.

– Puse cara de sorpresa- ¿Si? ¿Cómo lo sabes?

– No eres invisible, hija

– Hombre ya lo sé, pero aquí la gente va como muy a lo suyo.

– Eso es lo que a ti te parece.

– Vaya viene el jefe- luego me cuentas que me dejas toda intrigada.

Manuel salió de mi despacho sonriendo como un niño cuando sabe que ha hecho una travesura. Ya tengo algún dato más y parece que la que va a lo suyo soy yo, y se me han pasado de largo un montón de detalles de la gente que me rodea. No creo que haya sido él su cómplice, pero le ha servido de informador. Me dispuse a empezar con la rutina diaria cuando me llegó el primer mensaje.

“Sabes muy bien como potenciar tus encantos”

Decidí contestar:

         Lo tomaré como un halago.

Gracias.

Pero los encantos de una mujer no sólo están en unos tacones y un poco de rímel

No se conectó, por tanto me dejó sin respuesta durante todo el día. O es un hombre muy ocupado o lo hace apropósito, me inclino más por lo segundo.  Fue por la noche, cuando estaba a punto de irme a la cama, cuando recibí contestación:  

No me cabe la menor duda y espero ir  “saboreando” poco a poco cada uno de los tuyos

Eso está por ver, aquí también decido yo.

Por supuesto, por cierto…tus hombros y tu cuello tienen la forma perfecta.

¿La forma perfecta? ¿Para qué? ¿guillotina? ¿horca?…¿un collar de diamantes? ¿Un foulard de los chinos?

Tienen la forma perfecta para mis labios

Además de dejarme sin palabras, sentí un vacío en el estómago igualito a esa sensación al  pasar por el badén de un pequeño río

¿Tu crees?

Atiné a contestar

No lo creo, estoy seguro.

Pero lo descubrirás en su momento, recuerda que vamos a saborear, no engullir.

¿Estás jugando conmigo?

Jugamos los dos.  Ese fue nuestro acuerdo. Puedes mover ficha cuando tú quieras.

¿Estás seguro de ganar la partida?

Estoy seguro de que disfrutaremos los dos, puede que quede en tablas, no tiene por qué haber un solo ganador.

O un solo perdedor.

No soy perdedor, ni tú tampoco

¿Tan cerca has estado para saber que mi cuello encaja con tu boca?

Lo suficiente para oler tu perfume,

para imaginar mis dedos dibujando tu columna

 mi lengua descubriendo tu sabor.

Entre frase y frase dejaba pasar unos segundos

(Este hombre me está poniendo cardiaca por whatsapp???!!!)

Para imaginar la suavidad de tu piel,

tu calor…

 Que descanses, continuaremos la partida mañana…

Vaya calentón más tonto que me ha dejado en el cuerpo…

QUIERO

PARA NO SALIRME DE LA NORMA YO TAMBIÉN ME UNO AL 14 DE FEBRERO

(SAN VALENTIN Y SU AMIGO GREY)

LA UNION PERFECTA
                      

QUIERO:

Sentir tu cuerpo junto al mío, abrazados, en silencio, riendo o en susurros, tomando una copa y viendo la tele en el sofá, vestidos o desnudos.

Sentir tu cabeza sobre mi pecho, acariciar tu pelo. ¿Sientes el palpitar de mi corazón? ¿Sientes mi respiración? Lenta, suave, tranquila, bebe de ella y hazla  tuya.

Sentirte detrás de mí, como me desnudas sin prisa, besas mi cuello suavemente, acaricias mi espalda mientras el vestido cae hasta mis pies.

Sentir como tus manos recorren mi piel, dibujan mis hombros, mis caderas, aprietan mis pechos y tus labios recorren mi nuca.

Sentir tu cuerpo sobre el mío, sentirte dentro, atraerte hacia mí para que ese instante no termine nunca.

Sentir tu respiración, como cambia, se agita, como te muerdes el labio cuando no puedes más, cuando me sientes, cuando me deseas.

Sentir como tu boca busca la mía, como se devoran impacientes, con locura y deseo.

Sentir como ese imán poderoso nos atrae el uno al otro, sin saber ni el cómo ni el por qué, pero que nos hace desearnos y esperar cada encuentro con anhelo.

Sentir como ese deseo, se transforma en ternura, confianza, timidez,  complicidad, en paseos de la mano, en conversaciones, cenas,  escapadas…

Y tú…

¿Qué quieres?